COMO
EDUCAMOS A NUESTROS NIÑOS/AS EN EL FUTBOL
La auténtica educación es aquella que nos ayuda a
formarnos, y el fútbol puede ser una herramienta educacional para
hacerlo con los niños, ayudándoles a crecer en todos los aspectos.
Les enseñan a hacer amigos, a trabajar en equipo, y a que tengan
control sobre sus vidas.
El fútbol es el deporte más popular del mundo.
Desempeña un importante papel en la vida del niño deportista y en
su derecho a jugar. El fútbol bien controlado y con una apropiada
preparación, puede aportar grandes beneficios. La presencia del
fútbol, en la vida de nuestros hijos, va aumentando día a día, lo
encontramos como una de las formas fundamentales de ocupar su tiempo
libre, en su forma de vestir, en los medios de comunicación, en la
publicidad, en el lenguaje, en consecuencia, podemos afirmar que el
fútbol puede ser un buen complemento en el proceso educativo de
nuestros hijos y como tal debe estar integrado en el ámbito escolar.
En el fútbol debemos educar al niño, ayudarle a crecer como persona
y a proyectarse de acuerdo con su personalidad.
No debemos descuidar, los entrenadores, profesores y
padres, la enseñanza de los valores que conlleva la práctica del
fútbol, ya que en los últimos tiempos es más importante ganar
“como sea”, y eso es lo que aprenden mayoritariamente los
jóvenes. Los niños necesitan crecer rodeados de valores estables y,
como el fútbol es un deporte de equipo, su práctica les ayuda a
comprender la importancia que tienen la disciplina, el respeto, el
espíritu de equipo y la deportividad, tanto en el deporte como en la
vida.
El objetivo de cualquier club de fútbol no debe
limitarse a enseñar las reglas de juego, técnica y táctica
individual y colectiva, sino también usar el fútbol como
herramienta para inculcar valores en los niños de
compañerismo, respeto, trabajo en equipo, constancia o
sacrificio, que es la esencia del juego limpio. El respeto de las
normas, la negativa a admitir las trampas para conseguir la victoria
a toda costa (tirarse, gritar, incluso insultar para provocar
situaciones límites), el respeto del vencedor por el vencido y
reconocimiento de que el primero es mejor. En nuestros clubs debemos
jugar por el placer de aprender y no tomarnos el resultado como un
fin en sí mismo, sino como una consecuencia del trabajo bien hecho,
reduciendo así la ansiedad que les genera a los niños y niñas a
tan tempranas edades. Debemos buscar la participación de todos
tratándolos por igual, sin discriminaciones de ningún tipo. El amor
propio o el enfado por un fallo casual deben ser aceptados como
habituales, porque provocan que busquemos superarnos, pero es
obligado educar en la búsqueda del resultado como recompensa al
esfuerzo y no al atajo y a la trampa. Sobre el césped no hay sexos,
ni razas, ni clases sociales, sólo hay deportistas. Y no se juega
contra los rivales sino con ellos. Jugar limpio en el deporte es
enseñar prudente y modestamente a la sociedad a jugar limpio
también.
Para eso entrenemos el juego limpio
El juego limpio es el corazón del fútbol y, por
esa razón, debemos esforzarnos en cuidarlo, ¿como?, entrenándolo.
Tenemos que obligar a clubs y escuelas de fútbol a que unan sus
fuerzas para difundir el espíritu del juego limpio. Un entrenador,
como educador debiera preguntarse, ¿Qué es el juego limpio para los
que lo practican, para los futbolistas que saltan al campo?. Quisiera
mostrar algunas cuestiones: La clave del juego limpio es que los
jugadores enseñen a superar las diferencias raciales, lingüísticas
y culturales jugando juntos. Significa sentir que se te valora por
tus cualidades como jugador, el como juegas para tu equipo.
El juego limpio beneficia siempre a los dos equipos
enfrentados. Ayuda a crear un buen ambiente que permite a los
jugadores mostrar todo su talento, entreteniendo al público. Aunque
para un jugador la prioridad pueda ser obtener el mejor resultado
posible, debe ser igual de importante respetar el juego limpio para
conseguirlo. En el fútbol, compartimos la alegría con nuestros
compañeros en las victorias, pero debemos compartir también las
tristezas de sus rivales en las derrotas.
El juego limpio implica que la práctica del fútbol,
sea al nivel que sea, se desenvuelva dentro del respeto. Respeto por
el adversario, por los compañeros, por el árbitro, por los
espectadores y, en definitiva, por uno mismo. Ejemplos concretos como
no tratar de perder tiempo cuando se tiene la ventaja en el marcador,
no discutir con el árbitro o el rival, no fingir una falta, en
definitiva ser educado. Debemos enseñar a los jugadores, desde la
infancia, que el fútbol es un juego. Un juego en el que respeto a
mis adversarios, que no son enemigos, y que hacen que nuestras
derrotas sean dignas y nuestras victorias aún más importantes.
El juego limpio no concierne solamente a los
jugadores. Es un esfuerzo conjunto. Los árbitros deben aplicar el
reglamento con justicia. Los espectadores deben respetar a los dos
equipos. Los medios de comunicación deben resaltar los buenos gestos
y luchar contra los malos. Pero sobre todo, los entrenadores deben
asumir sus responsabilidades y recordar a sus pupilos la necesidad de
jugar limpio, de ser buenos ejemplos.
El fútbol es una escuela para aprender a jugar,
pero también para aprender a vivir. No nos enseña sólo a ganar,
sino que también nos enseña a perder. Todos los niños/as nacen con
el deseo y la capacidad de aprender, por lo tanto, entrenadores y
educadores debemos aprovechar ese deseo y capacidad para aprovechar
desde pequeños y educarlos. Todo entrenador necesita un niño a
quien enseñar, y a un equipo al que educar. Es algo importante
inculcarles a nuestros niños/as lo que uno deja tras su vida
deportiva. La gente no solo recordará a un futbolista o a un equipo
de fútbol por sus goles o sus partidos, sino por la imagen que deja.
Siempre dejaremos una imagen positiva si educamos a nuestro equipo de
fútbol.
17 de Enero 2013
Rafael Pulet Carrasco.
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