«Di Stéfano jugaba en la calle ocho horas diarias», comenta el preparador físico cuya filosofía sedujo a Pellegrino con 21 años La plantilla del Valencia empieza a convivir con conceptos como empatía, diálogo y creatividad
Cuando se charla con un preparador físico, de forma pausada, y se habla más de creatividad que de ejercicios de pretemporada uno empieza a darse cuenta de lo que enamoró al Mauricio Pellegrino jugador, cuando contaba con 21 años y vestía la camiseta de Vélez, de Gabriel Macaya. Y eso que aprendió de chaval es lo que quiere que 'el profe' transmita a sus futbolistas. El hombre que ha revolucionado al vestuario con su método y sus conceptos atiende a LAS PROVINCIAS en el rincón más tranquilo del hotel Klosterpforte. «Tratamos que la empatía y sintonía con el grupo sea desde el punto de vista humano, cercano», es la definición conceptual del propio Macaya de su método.
«Lo atlético y deportivo lo conoceremos con el tiempo, pero el punto de vista personal y de historia familiar es lo que acompaña en el día a día el sentir de cada uno de los jugadores. Hay que conocerles como personas para luego saber lo que pueden dar como deportistas», explica el técnico, que ya había visitado Valencia en dos ocasiones para conocer los métodos de trabajo del cuerpo médico del club.
El grupo que entrena Pellegrino ha mostrado total predisposición a este método. «Creemos que la espontaneidad surge a través de la interrelación, el diálogo y la comunicación. Eso se ha perdido en nuestra sociedad a través de las nuevas tecnologías y las redes sociales». Una de las novedades esta temporada es la creación de un código de utilización de las nuevas formas de comunicación globales «porque todas esas cosas hacen que vayamos perdiendo el diálogo con el otro», asume con tristeza Macaya.
¿Y qué efectos nocivos puede tener para un futbolista el mal uso del Twitter o el Facebook? «Mal utilizado produce que sea más difícil conocer a las personas, cuáles son sus emociones y sentimientos diarios», sentencia el bonaerense. Con los ejercicios diarios enfocados siempre a la convivencia el nuevo cuerpo técnico del Valencia busca la motivación «trabajando la convivencia lo más posible», para que sea el camino por el que lleguen los resultados deportivos.
Y todo tiene su explicación. Un entrenador puede pasarse horas repasando vídeos y jugadas con sus futbolistas y saturándoles de información. Pero, al final, en el campo la decisión la tiene que tomar el deportista. «La claridad en el desarrollo del pensamiento es fundamental para que luego puedan ejecutar lo que el míster les va a pedir en el campo. En una décima de segundo el jugador tiene que intentar pensar qué es lo más conveniente para ese momento, pero también tiene que crearlo. Esa creación tiene que estar basada en muchas informaciones previas». Y en ese enriquecimiento, basado en el trabajo diario siempre con ejercicios nuevos, reside la clave del método que Gabriel Macaya lleva escrito en su libreta.
El preparador físico tiene claro que el camino que otros entrenadores eligen no es el adecuado. «Si uno, permanentemente, establece reglas y protocolos preestablecidos de trabajo, cuando el jugador tiene que resolver por sí mismo no sabe donde encontrar la respuesta o duda que la decisión elegida sea la mejor», reconoce. «En nuestro método damos una serie de pautas, pero queremos que el jugador cree dentro del marco del sentido común. La creación, al final, enriquece al grupo». Cuando el profe habla, los alumnos escuchan.
Una de las causas de la aplicación de este novedoso método de trabajo hay que encontrarla en los nuevos usos sociales que hacen que el futbolista se vea alejado, desde categorías inferiores, de las costumbres que enriquecían en lo personal hace unos años. «Alfredo Di Stefano, más allá de la genética y el don que Dios le concedió, jugaba en la calle ocho diarias cada día del año, conviviendo con el resto de chavales. Eso acumula miles de horas de riqueza personal y de información. Todos esos vínculos ahora se han perdido», sentencia Macaya. Algo que, por ejemplo, ha desaparecido de las calles españolas. «Es muy difícil que en una escuela, con dos horas a la semana de deporte, compitan contra las miles que jugaban antes en la calle nuestros ídolos. Eso les daba una sensibilidad especial», argumenta.
Eso sí, Gabriel busca sacar el lado positivo, para el deportista, de las nuevas tecnologías «porque hay que entender que existen y convivir con ellas. Hay que saber manejarlas y conocerlas, saber cuales son sus beneficios y los males que pueden provocar». Encontrar el punto de equilibrio es fundamental. «Las redes sociales son importantes pero no tienen que sustituir a la comunicación porque ella es la que nos hace conocer al otro. Y conocerse es básico cuando se trabaja con un grupo tan grande», advierte.
Un ejemplo práctico lo encontramos en los videojuegos. «No hay que subestimar la Play porque, bien enfocada, requiere un alto nivel de creatividad. Son juegos que proporcionan mucha información y eso enriquece». El cuerpo técnico pretende «aplicar al fútbol un método basado en la creatividad que enseñan desde hace año las grandes empresas a sus gerentes».
En dos semanas, Macaya ha comenzado a aplicar todas estas técnicas, con el juego en el avión de la apuesta, la sala de juegos habilitada en el hotel o los ejercicios de calentamiento que varían en cada sesión. Y hasta en las comidas. En el pasado quedaron las mesas de cuatro o cinco comensales. Una mesa larga preside el comedor del Valencia. «Es un recurso para visualizar los ojos al compañero y saber lo que queremos comunicar. Ayuda a establecer un marco de camaradería».
Los jugadores aplican, como en el torneo del tenis de mesa, premios a los ganadores «porque vincularse con los torneos, los premios y los festejos forma parte del fútbol. Esto hace que aumente la competitividad». «Sabemos de los sueños de la afición. Nosotros tenemos que guiar a los jugadores por el camino correcto para conseguir los objetivos deportivos». Palabra de Gabriel Macaya, el 'profe'.
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